Juan Manuel Benítez

Escribo estas líneas antes de conocer el desenlace electoral. Para lo que quiero decir no importa el resultado. Sea cual sea, ningún cargo con poder sobre los cinco condados estará ocupado por un latino en los próximos cuatro años. Quitando a algún que otro candidato quijotesco, no hubo hispano que se atreviera a reclamar un puesto. Le robo con esto a mi amigo y colega Gerson Borrero el tema de una de sus recientes columnas.

Ya me estoy viendo este 2010 escribiendo y realizando innumerables reportajes sobre el creciente poder numérico de la población hispana, una vez tengamos los datos del nuevo Censo. Lástima que ese poder numérico no llegue a traducirse en merecida representación política. “No solamente una lástima”, me dice Fernando Ferrer, “sino una vergüenza para nosotros, una pena”.

Cuatro años después de su histórica candidatura a la Alcaldía, el ex-presidente de El Bronx no oculta su decepción: “Necesitamos como comunidad el deseo de impulsar a nuestra propia representación”.

O sea, que faltan ganas.

Botón de muestra, el Concejo Municipal: una quinta parte de éste integrada por politicos latinos. Aún así, ninguno levanta la voz y se propone liderarlo. O carecen de peso político, o temen ser tachados de alborotadores por demandar lo que muchos pueden pensar les corresponde.

En una encuesta informal realizada la semana pasada en la página de Pura Política en Facebook, el nombre de Melissa Mark Viverito es el único de esa cámara que aparece tras preguntar quién es el político más influyente en la Ciudad de Nueva York. Una pequeña mayoría de participantes tiene que ir hasta Washington para encontrar la respuesta, y nombra a los congresistas Nydia Velázquez y José Serrano.

Pura Política nació hace cuatro años con la excusa de cubrir la postulación de un latino a la Alcaldía. Como los políticos municipales no espabilen, me quedo sin programa.