Carteles de “Nuevos Demócratas” adornan los pasillos del Hotel Hilton Rye Town en Westchester, donde el partido de Eliot Spitzer, David Paterson y Andrew Cuomo celebra su convención esta semana.
Parece que fue hace una eternidad cuando un ambicioso-y súper inteligente, nos recordaban algunos medios- fiscal general aglutinaba en Buffalo a una gran mayoría de sus colegas en convención, emprendiendo un fácil camino hacia la jefatura del Estado neoyorquino, prometiendo que en su primer día todo cambiaría.
Resultado: catorce meses de peleas, parálisis y poco respeto hacia la ley, que concluyeron con la renuncia del auto-proclamado “apisonador” por utilizar los servicios de una red de prostitutas de lujo. (Hoy es firme candidato a presentar un programa informativo de televisión).
En su lugar nos dejó a su lugarteniente, al que muchos calificaron de “bocanada de aire fresco”: primer gobernador afro-americano del Estado, con larga experiencia en el Senado, chistoso, amable. Con su estilo hábil y suave, Paterson lograría todo aquello que la soberbia de su antecesor había estropeado.
No fue así. El denominado “gobernador accidental” tuvo que enfrentar el mayor descalabro económico y fiscal de los últimos tiempos con unos compañeros de partido y gobierno que ponían sus intereses por encima del de los electores, desperdiciando la recién lograda mayoría en ambas cámaras de la Legislatura. Rendido ante las circunstancias -y ante una investigación por supuesto abuso de poder emprendida por un fiscal general que ahora quiere ocupar su puesto- Paterson tiró la toalla y abandonó su intención de quedarse.
Y vuelta a empezar. Los demócratas hoy tienen de candidato a la gobernación a otro “inteligente” y bien financiado fiscal general, con credenciales anti-corrupción incluidas -véase caso Pedro Espada-, que llega a cambiarlo todo. Mensaje regenerador y reformista bañado de nostalgia de un tiempo mejor -véase Mario Cuomo-, cocinado esta semana en el condado de Westchester.
Andrew Cuomo dice tener la solución a los problemas del Estado. La victoria electoral la tiene fácil. Otra cosa será gobernar. Y mantenerse.
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